De vez en cuando aparece algún compañero que te quiere y aprecia tu trabajo y te dice algo así como: “Con lo que tú vales, no sé qué haces aquí”.
Otro día aparece algún alumno que te quiere y aprecia tu trabajo y te dice algo así como: “Con lo que tú vales, no sé qué haces aquí”.
Otro día, hablando de una alumna brillante, un compañero que la quiere y aprecia su trabajo dijo algo así como: “No debería quedarse sólo en maestra”.
Y finalmente, hay ocasiones en las que tú mismo piensas por un momento algo así como: “No sé qué hago aquí”.
Bueno, pues como estamos todos de acuerdo, creo que podemos enunciarlo claramente:
Ser profesor o maestro es un escalón intermedio para algo mejor, o un premio de consolación, o directamente un fracaso. Una forma de supervivencia para mentes débiles o malogradas, o quizá incluso, algo de lo que avergonzarse.
Supongo que tiene que ver con que nuestro trabajo es fácil…
O con que no tiene importancia por su poca influencia en la gente…
O porque lo que se nos confía (los hijos), no es algo de valor…
Si nos pusiéramos a diseñar la sociedad desde cero, yo diría que las personas que estuvieran a cargo de la educación deberían ser de lo mejorcito que se encontrara en sabiduría y calidad humana.
Pero supongo que no debe haber mucha más gente que piense así…
Supongo que la mayoría estarán de acuerdo con el título de la entrada. Lo más increíble es que seamos los mismos profesores y maestros los primeros que, en el fondo, pensamos que no valemos gran cosa.
¿De verdad no os parece que esta mujer está cambiando el mundo? Por favor, ¡qué sonrisas…!
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